El esnobismo de los \".pro\"

Médicos, abogados y contables ¿de verdad son estos los únicos profesionales?

Los dominios “.pro” han reabierto una polémica que ya parecía hace tiempo zanjada. Estos dominios sólo pueden ser solicitados por profesionales que pueden acreditarse como tales. Pero ¿quién es un profesional y quién no? Esta es la pregunta en torno al cual gira el debate que parece rescatado de un viaje al otro lado de la frontera de mediados del siglo XX.



Si eres fontanero, albañil o peluquero las posibilidades de que te concedan el dominio son, cuanto menos, inciertas. Si eres fotógrafo, músico o actor la incertidumbre se desvanece definitivamente: no te molestes ni en solicitarlo.



De hecho son tres sólo las profesiones que pueden aspirar a este tipo de dominios: abogados, médicos y contables. También podrán solicitarlo miembros de otras profesiones que puedan certificar su pertenencia a la misma. Pero todavía está por determinar qué tipo de acreditaciones se considerarán válidas y, en definitiva, quién tendrá derecho a un “.pro”.

Los criterios establecidos hasta el momento no dejan de parecer ridículos y pueden llevar situaciones más bien aburdas. Las profesiones artísticas o deportivas quedan totalmente descartadas. De ese modo, personajes tan conocidos Pedro Almodóvar o Arturo Ripstein, Penélope Cruz o Javier Batistuta quedan excluidos de la categoría de profesionales en la red. Este esnobismo virtual puede parecer anecdótico para algunos pero para otros resulta algo realmente ofensivo.



RegistryPro, filial de Register.com es la encargada de la supervisión de la extensión. Su delegado en jefe en Nueva York de RegistryPro, Sloan Galon, afirma que él mismo no podrá solicitar un “.pro” al no tener una de las profesiones homologadas. Sin embargo, él afirma que la importancia de esta extensión reside en certificar que la persona que posee un dominio “.pro”es realmente un profesional. Gaon afirma que "es necesario trazar una línea, si admitiéramos en registros de profesiones no certificables, perderíamos la confianza de los usuarios."



Los dominios “.pro” aspiran, por lo tanto, a convertirse en una especie de certificado de homologación profesional. Según Gaon, los usuarios de Internet “cuando se pongan en contacto con propietarios de un .pro podrán establecer un diálogo seguro con un profesional de garantías.” De hecho, el cometer un delito o algún tipo de negligencia profesional conllevará la pérdida del dominio.



A pesar de estas afirmaciones, el enfado y las dudas crecen cada vez más entre aquellos que quedan apartados del nuevo dominio. Aunque sea en el mundo de los bits y los bytes las barreras, las separaciones siempre resultan incómodas. Es irritante para cualquier profesional ser excluido de esta etiqueta, más si uno se acaba quedando con la sensación de que, esta vez, en Internet, en cuestión de igualdad, se ha dado un paso atrás.



Fuente: eSedo